El cáncer de mama es uno de los tipos de cáncer más prevalentes en la población y en especial en las mujeres, sumando un 99% de los diagnósticos el sexo femenino1.
Aunque es cierto que el mayor porcentaje de afectados por el cáncer de mama son mujeres, no debemos olvidar que se trata de una alteración de las glándulas mamarias, por lo que los hombres también pueden desarrollarlo, aunque con menor riesgo.
El cáncer de mama se produce por una alteración en las células de las mamas. Cuando el organismo funciona correctamente, estas células se dividen para dar lugar a células nuevas que reemplazan a las viejas. Este proceso forma parte del funcionamiento normal del organismo y no supone ningún riesgo para el mismo. Sin embargo, puede ocurrir que estas células comiencen a dividirse de forma incontrolada y, por tanto, se produzca una acumulación de células mamarias, que es lo que se conoce como nódulo. Si estas células mamarias, además de dividirse de forma incontrolada, se alteran y adquieren la capacidad de invadir otros órganos o tejidos del cuerpo, se considera entonces que se trata de un cáncer de mama2.
Por otra parte, existe una serie de factores de riesgo que se relacionan con la aparición del cáncer de mama, aunque no son los únicos. Por ejemplo, se consideran factores de riesgo del cáncer de mama la edad y ciertos factores reproductivos, así como la aparición de una primera regla demasiado temprana o una menopausia tardía; también el uso de terapia hormonal de sustitución continuada. En algunos casos, el cáncer de mama puede aparecer como una enfermedad hereditaria debido a alguna mutación genética que puede favorecer su desarrollo, pero es poco frecuente.
¿Cómo progresa o se expande el cáncer de mama?
El cáncer de mama se puede extender localmente desde la glándula mamaria afectando directamente la pared torácica y la piel; o bien, se puede expandir a través de los vasos sanguíneos o vasos linfáticos a otras partes del cuerpo, lo que se denomina metástasis a distancia.
Así pues, el cáncer de mama se trata de un tipo de cáncer muy frecuente y con una alta tasa de diagnóstico a diferencia de otras patologías, que a pesar de ser muy frecuentes, no todos los afectados han sido diagnosticados. No obstante, se trata también de una enfermedad en la que se hacen constantes esfuerzos para investigar nuevas formas de detectarlo precozmente, así como de combatirlo una vez que se ha diagnosticado.