Los tumores neuroendocrinos (TNE), también conocidos como neoplasias neuroendocrinas (NENs), están considerados como enfermedad rara. De hecho, son relativamente poco frecuentes, con una incidencia de 5 casos por 100.000 habitantes cada año1.
Los TNE comprenden un gran grupo de tumores muy variables que se originan a partir de células neuroendocrinas. Estos pueden aparecer en prácticamente cualquier órgano del cuerpo, aunque las localizaciones más frecuentes son el tubo digestivo, el páncreas y el pulmón.
Los tumores neuroendocrinos representan solo el 2% de todos los cánceres gastrointestinales diagnosticados, aunque son los que tienen más prevalencia después del cáncer de colon. Estas lesiones suelen crecer lentamente comparadas con otros cánceres y las personas que los padecen a menudo presentan una larga supervivencia1.
Silenciosa y desconocida
Pese a su reducida incidencia, se ha observado un aumento de los casos de tumores neuroendocrinos en los últimos 30 años2, que podría estar relacionado con las mejoras en las técnicas de diagnóstico y con un mayor conocimiento de la enfermedad.
Sin embargo, se puede decir que es una patología desconocida entre la población general y de difícil diagnóstico. Los pacientes pueden estar sin síntomas durante varios años, lo que hace que el diagnóstico sea, frecuentemente, complicado y tardío.
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Los pacientes con este tipo de tumores presentan síntomas inespecíficos lo que hace que puedan confundirse con otras patologías.
Por ello, se incide en que es importante que exista índice de sospecha, ya que el retraso en el diagnóstico genera incertidumbre en los pacientes. En este sentido, la concienciación social y la divulgación médica son cruciales para agilizar el diagnóstico.